El totomoxtle, cuya escritura también admite las variantes totomochtle, totomostle, totomoztle, totomozcle o totomosle es la hoja que envuelve a la mazorca de maíz, la cual puede servir como forraje, como contenedor para unos deliciosos tamales, como plato para un buen elote con chile ya sea en mazorca o desgranado con su queso y crema, o bien para artesanías de distintas temáticas.
Al respecto, en Veracruz, particularmente en la región entre Xico y Coatepec se elaboran distintos arreglos muy populares con la hoja de maíz, existiendo en la primera ciudad el Museo del Totomoxtle. Por lo demás, para muchos grupos esta clase de artesanía se ha vuelto una fuente de ocupación, dada la nobleza del material, por su flexibilidad, la relativamente baja inversión en materiales, pues la mayor parte de ellos se encuentran de forma libre en la naturaleza y para cuya factura también pueden emplearse materiales de reciclaje y cuyo límite es la imaginación.
Un ejemplo de estas iniciativas y que reúne la peculiaridad de reunir factores como el ingenio, el aprovechamiento de materiales fácilmente disponibles en el entorno, la posibilidad de nuevos aprendizajes y ocupaciones para personas cercanas a la tercera edad o cerca de ésta, la constituye el Taller Corazón de Maíz, ubicado en la ciudad de Coatepec, y liderado por Lucía Estela Gómez Rousell y Dolores Domínguez Domínguez, a quienes se han agregado: Adriana Briones Hernández, Dulce María Sánchez Salazar, Patricia Peredo Peña, Naty Blázquez, Isabel Ruiz Martínez, Rosa María Quintos Castelán, Irasel García Castro, Rocío Escobar y José Darío Hernández Muñoz, entre otras personas.
Corazón de maíz comenzó a conformarse en 2014, bajo la iniciativa de un grupo de amigas (la mayor parte jubiladas, viudas o divorciadas) para reunirse, tener las manos activas y hacer adornos para fiestas. Comenzaron con pequeños pedidos para amistades y familiares y poco a poco se han ido posicionando en el gusto no sólo de los coatepecanos sino de visitantes de distintos sitios del país y del extranjero. Su primer gran repunte fue en junio de 2016 cuando se les solicitan los arreglos de una iglesia en la ciudad de Perote: el gran reto de adornar todo el interior y exterior de una iglesia les hizo darse cuenta de lo que eran capaces y obtener mucho éxito, tras dedicarle un mes y una semana completa a ese trabajo
Lucía Estela Gómez Rousell, odontóloga retirada, conocida en el grupo como «Cachita», risueña y optimista, nos cuenta:
Hemos tenido experiencias trágicas, nos hemos lastimado las manos, pero hemos aprendido a trabajar el material y poco a poco vamos inventando cosas que no hay en el mercado, que no se parecen a lo que encuentras comúnmente, hicimos un Principito, búhos para graduaciones, muñecas con trajes regionales, adornos para fiestas temáticas, bodas, con la ventaja de que lo que hacemos la gente no lo tira, es un adorno permanente».
Y si «Cachita» es la alegría, Dolores Domínguez es la generosa maestra, la que está encantada con compartir sus conocimientos con sus compañeras y participa de su gusto sorprendido cuando se dan cuenta de cuán rápido van aprendiendo:
Todo este taller lo hice por mi mamá, para que siendo una persona grande viera que puede hacer otras cosas y el día que le llevaba su dinerito era muy feliz. Y es que crear es uno de los secretos de la juventud.
Yo soy maestra de manualidades, estudié en la Escuela Industrial, estudié algo relacionado con arreglos florales, di clases de pintura. Y creo que eso se nota en mi trabajo, pues me gusta mucho que mis arreglos tengan luz y sombra. Me gusta que la mayor parte de lo que usemos sea algo natural: palitos, hojas secas, paja, troncos de café, cortezas de árbol, bellotas, semillas, arroz molido; cantidad de cosas para que nuestro trabajo, además de artesanal luzca fino y elegante.
La decisión de trabajar con la hoja del maíz tiene que ver con el hecho de que me gusta mucho la artesanía mexicana. Mi papa cosechaba maíz y todo eso influyó. Yo veía a los artesanos con las flores que venden, muy bonitas, pero muy iguales entre sí. Pero cuando yo hago algo me gusta que sea un poco diferente.
Su trabajo se desprende de platicar con el cliente, de conocer qué es lo que desea y si el arreglo es para coordinar con otros elementos existentes en su fiesta o incluso en su negocio (pues han elaborado arreglos para restaurantes), Corazón de maíz se adapta a esas necesidades, además de realizar arreglos de temporada como las típicas flores de Nochebuena y temas en general de la Navidad, Reyes Magos y otras ocasiones.
Adriana Briones Hernández, otra de las integrantes nos platica:
A mí me invitó Lolis [Dolores Domínguez], somos amigas de hace tiempo. Siempre me han gustado las manualidades, al principio vine con un poco de temor, pero me encontré con un grupo muy agradable, nos hemos muy buenas amigas y tratamos entre todas de ayudarnos: Una hace una flor, otra hace el arreglo, otra lo compone… cuando hacemos un trabajo, casi todo lleva un toque de cada una de nosotras, los trabajos no son de una sola persona, son de Corazón de Maíz. Porque la que no hace el centro, corta el pétalo, lo forra y así. Yo en lo personal, me cambió la vida, este taller me cayó como anillo al dedo y estoy contenta.
Para mí fue como iniciar otra época de nuestras vidas, yo soy jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social, soy enfermera, y estuve mucho tiempo inactiva, metida en el confort de mi casa, pero ahora estoy en otra etapa muy diferente y eso fue para mí enfrentarme a otros retos y estoy feliz.
José Darío Hernández Muñoz, «pintor de brocha gorda», como él se hace llamar es el «bendito entre las mujeres», él se encarga de las cosas más pesadas:
Yo hago las bases de corteza de árbol, las armo, las pinto, las barnizo, hago cajas, estructuras, casitas, todo lo que tenga que ver con el «trabajo rudo». Fui compañero de la secundaria de Lucy, Cachita, y ella me invitó a colaborar con el taller. Todo este trabajo nos ayuda a todos, trabajar siempre sirve. La convivencia es muy agradable para nosotros que ya somos personas maduras: echamos cafecito, bailamos, cantamos, trabajamos y nos hacemos de un ingreso. Trabajamos en un horario de de 4 a 8, de lunes a viernes, si hay pedidos grandes hasta sábado y domingo, y a veces nos tomamos vacaciones.
Cuando en Corazón de Maíz se disponen a hacer un arreglo, les gusta investigar, mirar pinturas con motivos similares para ir enriqueciendo su producto, como señala Dolores: «Por ejemplo, cuando pinté una virgen de Guadalupe, hasta me puse a mirar pinturas para copiar todos los diseños de su vestido, la posición del ángel, hasta el mínimo detalle me gusta revisarlo, y así todo te va saliendo y aprendes a ver cosas que antes no veías».
Para elaborar sus productos, los integrantes del taller Corazón de Maíz hierven el totomoxtle con pintura textil hasta encontrar los tonos que se desean. A veces la hoja está manchada o pinta y no siempre agarra el color. Pero como dice Dolores Domínguez:
«A mí hasta me gusta que el color no quede uniforme, porque me agrada ir buscando cómo acomodar la hoja para que dé el mejor efecto. Yo no tiro nada, de las retacerías también me sirvo para ir combinando. Una vez armada la flor, la planchamos con tenazas de pelo y en ese momento se le quitan los sobrantes y ya planchado se ve diferente y se le dan los últimos retoques.
Como finaliza «Cachita»: «Es lindo ver cómo la bola tiesa de hoja de maíz se va transformando en lo que tú quieres». Y es la práctica y la seguridad que cada integrante del taller va ganando lo que es más valioso para todos, esa concentración que aleja los malos pensamientos que pueden llegar con la vejez y la soledad, la necesidad de estar activos es lo que rejuvenece a este valioso grupo de personas que han encontrado en sus manos más motivos para ser felices.
Si usted está interesado en conocer más a Corazón de Maíz, lo inviamos a visitar su página de Facebook: @corazondemaiztotomoxtle o contactarlos al teléfono: 01 228 816 7622