Manuel Velázquez
y los espacios del arte
El artista trabaja y le da vida o activa algo,
pero a esta vida le da continuidad el espectador
o la activa finalmente.
Paola Cordero
El artista trabaja y le da vida o activa algo,
pero a esta vida le da continuidad el espectador
o la activa finalmente.
Paola Cordero
Si algo caracteriza a la obra de Manuel Velázquez es el color y sus posibilidades, desde los cuadro vibrantes de sus primeras series, hasta los ocres de su trabajo actual. En medio de este espacio, se encuentra el espectador, pues como señala el artista, el espectador dialoga con su obra, se mueve en ella, para terminar de significarla.
El artista en su taller-estudio El alacrán güero.
Originario de Chiapas, nacido en Tuxtla Gutiérrez en 1968 al cobijo de su familia originaria de Cintalapa, una pequeña ciudad de raíces afromestizas, Manuel Velázquez es un artista plástico que ha residido gran parte de su vida en Xalapa, Veracruz. Sin embargo, se inició en el arte a los 12 años, cuando comenzó a pintar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Chiapas, donde recibió una formación muy académica; una segunda etapa de esa formación es su llegada a la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), donde comienza a perfilar un estilo muy propio.
Su labor artística no se limita a la creación, sino también a la educación artística y a la gestión cultural, espacios donde también se mueve cómodamente. Entre sus proyectos más notables, se encuentra la fundación del Jardín de las Esculturas, en Xalapa, un lugar que invita a interactuar físicamente con las obras artísticas.
Soy un artista, me interesa el arte más allá de la simple producción. Me interesa desde luego la producción, pero también me interesa la distribución y el consumo, por lo tanto tengo varias facetas en mi trabajo profesional, una de ellas es la educación artística: trabajo en la Universidad Veracruzana en la Facultad de Artes Plásticas; también en Realia Instituto Universitario para la Cultura y las Artes, que ofrece maestrías en artes, en estudios de artes y en mercadotecnia del arte. Por otro lado, me dedico a la gestión cultural, ahora en una galería que comparto con dos socios más. Se llama Flavia, es una galería de arte contemporáneo que tiene un café especialidad y también se dedica a la educación continua. También soy productor, me interesa la parte de las empresas culturales y el mercado del arte.
Como artista plástico ha participado en diversas exposiciones individuales y colectivas en Argentina, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Cuba, Estados Unidos, Eslovaquia, Ghana, Guatemala, Holanda, Italia, Japón, México, Paraguay y Serbia.
Manuel Velázquez / Artista Plástico.
Influenciado por sus raíces, por su infancia, comienza la primera etapa de su obra donde refleja esta herencia a través de una serie muy conocida.
En un primer momento, esa serie que además duró más tiempo, del 89 al 99 más o menos. Fue la etapa de una serie que llamo Lo sagrado y lo profano, una serie de reflexiones sobre mis vivencias de la infancia, y esta mezcla entre los judeocristiano y lo mesoamericano. Por eso hay vírgenes, hay sirenas, hay santos. Digamos que toda este especie de mitología que yo vivía de niño.
Posteriormente, su labor artística se divide en dos etapas. En la primera, sus colores cambian a más oscuros, con trazos minimalistas, «muy escasa de elementos visuales»; en ésta, Velázquez reflexiona sobre el significado de la pintura y del proceso de pintar. Para la siguiente etapa, trabaja en colaboración con el poeta tabasqueño Ramón Bolívar una serie mucho más colorida llamada Del mar y sus habitantes, donde busca unir sus imágenes visuales con las imágenes literarias.
Esta serie está muy ligada a este trabajo que tiene que ver mucho con la infancia, con la niñez, con los juegos, con vivencias personales, pero también con una relación con el arte popular mexicano a través de los colores, a través de las artesanías, a través de toda la imaginería que se da en la cultura popular mexicana. Entonces, podemos ver peces que vuelan, novios que van como medio de transporte en un pez, ya dijimos sirenas, vírgenes, tortugas que contienen paisajes; en fin, una relación más onírica entre las imágenes y la realidad.
Estas imágenes, como señala Velázquez, buscan entablar una relación más fácil y directa con el espectador, un diálogo que se torne fácil, una obra que le permite a quien la mira encontrarse en ella, contarse su propia historia. Una afirmación cargada de significado, quizá su impronta; para Velázquez el arte es algo que sucede en todo el proceso, más allá de la creación original del artista.
Creo que finalmente el artista activa algo -una pintura, una escultura, una cerámica- cuando la produce, pero el formato en que se distribuye o la manera en que se consume es la forma en que finalmente se concluye el arte; siempre necesitas de un público, siempre necesitas de un espectador que cierre la obra, que la confirme. El artista trabaja y le da vida o activa algo, pero a esta vida le da continuidad el espectador o la activa finalmente. Si no hay este circuito y este desarrollo entre la producción, la distribución y, finalmente, el consumo – y cuando hablo de consumo no hablo de consumo necesariamente material, sino espiritual, emocional, intelectual de la obra-, si no hay ese consumo, no se cierra todo ese proceso creativo. Entonces, en toda esa cadena hay intermediarios, desde el artista hasta el gestor, el museógrafo, todos los que intervienen hasta que la obra llegue al público. En todo ese proceso para mí existe el arte, para mí está latente o vivo en todo el proceso.
Manuel Velázquez también trabaja con la madera y la cerámica, transformando objetos cotidianos en arte para interactuar.
Bajo esta impronta, del arte como un proceso, como espacio de intercambio de sentidos entre la obra y el espectador, uno de sus proyectos actuales es el trabajo con la cerámica, convirtiendo objetos cotidianos, como tazas de café, en arte, un arte con el cual se puede interactuar, permitiendo que las personas convivan cotidianamente con sus imágenes y obra.
Recientemente ingresado al Sistema Nacional de Creadores, Manuel Velázquez continúa trabajando con su serie relacionada con la reflexión sobre la pintura. Imparable, también publica semanalmente una columna en el Diario de Xalapa, que le permite abordar aspectos del arte y la cultura.
En su dimensión de gestor cultural, actualmente uno de sus proyectos más vitales e interesantes es Flavia, un espacio dedicado al arte, proyecto que comparte con el arquitecto Rafael Pardo y el artista José Antonio Flores Fudallosa.
Flavia nace como una vitrina hacia la calle, una continuación del barrio, de la ciudad, de la calle; de hecho, existe un edificio antiguo en la esquina que se llama Flavia y de ahí retomamos el nombre de Flavia, es como una especie de espejo en donde se refleja el barrio y por tanto la ciudad, el estado, el país y el mundo. Es lo que pensamos.
El espacio de Flavia, con varios reconocimientos arquitectónicos, alberga una serie de exposiciones de arte contemporáneo de artistas con trayectoria. Asimismo, ofrece Sentidos y modos del arte, charlas cada lunes, para que artistas de diversos géneros compartan sus experiencias creativas y su experiencia de vida en relación con las artes. En busca de experiencias estéticas completas ofrece también un café de especialidad.
El espacio de Flavia ofrece una experiencia artística completa, el edificio en sí ya es una obra de arte.
También tenemos esta parte de la educación continua donde nos interesan cursos, talleres, que tengan que ver con la actividad de las empresas culturales. La formación profesional de los estudiantes de arte más allá de la propia actividad profesional, que tengan un espacio donde puedan aprender a cómo desarrollar esa otra parte que normalmente no te enseñan en las escuelas de arte, la parte del mercado del arte, la relación con los clientes, la promoción y todo lo que tiene que ver con las empresas culturales.
Manuel Velázquez y sus socios están convencidos de que el arte puede ser un motor de desarrollo social y económico, y que también es responsabilidad de artistas, gestores y empresarios culturales generar actividad cultural. Con Flavia lo consiguen, al generar propuestas culturales y artísticas que se sostienen con la cafetería y la venta de productos, una línea de diseño de cajas de sales artesanales, la cerámica de Manuel Velázquez y cerámica de Roberto Rodríguez, la obra de los artistas expuestos, y los cursos y talleres relacionados con la actividad de las empresas culturales, del mercado del arte.
Con una agenda tan llena y con la variedad de aspectos desarrollados en su vida profesional, la pregunta para el maestro Manuel es obligada: ¿en cuál de ellos se siente más cómodo?, ¿con cuál se identifica mejor? No duda ni un instante.
Yo me considero sobre todo pintor. Mi formación inicial fue pintura, aunque en la Universidad Veracruzana estudié serigrafía ligada a las artes gráficas. En mi vida personal y profesional yo me considero pintor, siento que mis imágenes, aún cuando están en otro formato, aunque estén en la gráfica o en la cerámica, siempre tienden a la pintura, el acabado final es pintura aunque estén en otro soporte. Yo recuerdo mucho cuando alguien escribía sobre la cerámica de Picasso y decía que, finalmente, Picasso todo lo convertía en pintura, aún en su cerámica; siento que algo así pasa con mi trabajo, son tazas finalmente, son tazas pintadas, aunque el acabado final sea la cerámica. Creo que el mejor término de una actividad que me describe sería la pintura.