Mullainathan, S. y Shafir, E. (2016). Escasez. ¿Por qué tener poco significa tanto?. Trad. R. Reyes-Mazzoni. México: FCE.
Empleados del mes
Equipo del Departamento de Servicios Generales
La capacitación es clave para la implementación del Sistema.
El esfuerzo en equipo, la profesionalización y el reconocimiento de cada labor individual son pilares del trabajo en el ORFIS. Uno de los equipos más visible y reconocido entre los compañeros es, sin duda, el del Departamento de Servicios Generales, conocido como Mantenimiento, conformado por hombres diligentes y especializados en sus oficios, que preveen y resuelven desde labores de carpintería y fontanería, hasta labores de electricidad.
Coordinados por el ingeniero Juan Sergio Limongi, jefe inmediato del Departamento, todos los días a las 9 de la mañana tienen una junta en su oficina; donde se distribuye el trabajo de la jornada. Durante el día, las solicitudes surgen, y el trabajo sigue su ritmo habitual, combinando lo planeado y las eventualidades.
Acostumbrados a atender las solicitudes de los compañeros del ORFIS, se han ganado la confianza del personal. En esta ocasión, les traemos en primera persona un perfil de cada uno de los integrantes de este equipo, donde nos relatan sobre su labor, su experiencia de vida y sus expectativas.
Jaime Pozos Ortiz
«Soy asistente del Departamento de Servicios Generales o de mantenimiento, que es lo mismo. Hacemos de todo lo que se solicite, desde pintar las paredes de cada oficina del edificio, hasta lo eléctrico. También colaboramos con las voces y datos del teléfono, la red, en general todo el mobiliario, reparamos sillas, escritorios, asistimos con el servicio de agua para las oficinas. Hacemos de todo lo que haga falta».
Jaime Pozos fue el primer integrante de este equipo.
El 1 de agosto, Jaime cumplió 15 años en el ORFIS, es uno de los elementos de mayor antigüedad, y como reconoce le gusta su trabajo. En un principio era el único personal de mantenimiento, tanto en el edificio de Ávila Camacho como en el del Hakim. «Lo mismo que hacía allá lo hago aquí, nada más que aquí ya tengo más apoyo porque somos cuatro compañeros. Nos coordinamos y trabajamos en equipo».
Reconoce que el cambio de edificio y de estructura, mejoró los espacios y también el trabajo en equipo, en el cual cada uno intercambia sus experiencias, que se nutren de las habilidades del otro. «Aquí con nuestro propio edificio todo mejoró y lo queremos tener siempre bien bonito».
Al principio su labor como la de todo el Órgano fue de aprendizaje, una etapa de organización y acomodamiento. Pero lo que perdura es el trato amable de sus jefes; «El auditor es muy humilde, y trata con todos por igual, tanto al más grande como al más pequeño».
Entre sus satisfacciones laborales, se encuentra haber hecho buenos amigos. «Con mi jefe actual, mis jefes pasados, mis compañeros, con todos me he llevado bien. Con el auditor sobre todo, él es una persona muy amable, donde quiera que nos ve nos saluda y eso nos da ánimos, nos da confianza». Así él, como el resto del Departamento se ha ganado la confianza de sus compañeros quienes les solicitan ir a sus casas a realizar reparaciones.
«Tengo tres hijos y ya todos terminaron sus carreras, gracias a Dios. Un hombre y dos mujeres. La mayor es ingeniera civil, está trabajando en la Secretaría, allá en México. Y el varón, que está en medio de las dos niñas, es ingeniero electromecánico; y la más chica es chef, estudió gastronomía. De hecho a mi hijo desde chico lo empecé a jalar y le empezó a gustar eso: reparar climas, lavadoras… Si en la casa se descompone una cosa, él lo arregla».
A pesar de que sus hijos son mayores, aún desea continuar apoyándoles. «Quiero que mis hijos sean buenos profesionistas, muy responsables y honestos. Lo que les he inculcado. Que se explayen en grande, piensen en grande. Que no se queden atrás, que no se limiten. Yo tampoco quiero conformarme con lo que ya tengo, quiero más. Pero no es una ambición mala sino buena porque me pongo como meta superarme para apoyar a mis hijos, que ellos crezcan, se superen, se abran camino. Y después dejarlos que sigan sus metas. Todo el tiempo que he pasado en la educación de mis hijos me las he visto duras pero he contado con el fuerte apoyo de mi esposa».
José Claudio Fermín López del Moral
Don Claudio, como es conocido, es técnico en electrónica; originario de Coatepec, Veracruz. Con orgullo menciona haber estudiado en el CBTIS 165, y pertenecer a la segunda generación. «En aquel tiempo era el boom, te decían que si salías del CBTIS, ibas a salir muy bien preparado y con mucho trabajo. Gracias a Dios la mayoría de los que salimos estamos trabajando en mantenimiento en general, otros estudiaron la carrera de ingeniería».
Don Claudio se encuentra orgulloso de su trabajo en el ORFIS.
Nos confiesa que al principio no le interesaba ser técnico en electricidad. Sin embargo, debido a la intervención de un maestro en secundaria que observó habilidades en él, entró al área donde se quedó por convicción. «El maestro vio mis aptitudes que tenía para trabajar en electricidad y electrónica, y después me promovió para entrar al CBTIS».
Sabe los alcances de la labor de su equipo en el ORFIS, y la explica: «En el mantenimiento tenemos dos ramas, el mantenimiento preventivo y el mantenimiento correctivo. El mantenimiento preventivo, como su nombre lo indica, es prever antes de que suceda algún problema. Tiene que ver con el mantenimiento a los transformadores, la subestación, el cambio de aceite, la limpieza a la planta de emergencia y al UPS, que mantiene la corriente continua para todos los circuitos de computadoras. Así, el día que se vaya la luz, los aparatos no se apaguen sino que se mantengan por un tiempo, es decir, que genere corriente mientras entra la planta y puedan seguir trabajando».
Al egresar del bachillerato su primer trabajo fue Técnico en electrónica. Sin embargo, tenía que viajar por todo el estado de Veracruz. Para entonces ya se hacía cargo de sus hermanos menores, por lo cual decidió dejar el trabajo. Siempre fue una persona responsable y de altos valores. «Mi mamá falleció en 1985 y dejó a siete hermanos, el más chico tenía 7 días de nacido, entonces entre mi hermana, la mayor, y yo nos hicimos cargo de ellos; los dos estábamos en la secundaria y ella los cuidaba en la mañana y yo en la tarde; nos turnábamos para cuidarlos. Cuando ella terminó su carrera se llevó a los más pequeños. Nos dividimos, unos con los abuelitos y yo».
Entró al ORFIS en el 2004. Mientras trabajaba en el edificio Hakim, conoció a gente de mantenimiento que trabajaba en el Órgano: a Hugo Torres, al licenciado Elizalde, y a Jaime. Comenzó a trabajar de manera externa con ellos. Debido a su desempeño, al presentarse una oportunidad le invitaron a participar. Realizó los exámenes y, desde entonces, lleva 12 años laborando. Confiesa sentirse realizado, ya que sus hermanos tienen su carrera, y ya están casados. Y aún cuando se jubile, planea continuar trabajando en lo que le gusta.
El equipo en el que se encuentra se encuentra bien constituido, como menciona: «cada uno de nosotros tiene sus habilidades para resolver diversos problemas. Cuando a alguien se le dificulta realizar un trabajo, se le apoya. A mí se me dificulta la carpintería y a otro compañero le sale de maravilla, ¿no?. Pero a veces él no puede soldar un tubo, lo que es de plomería, y yo lo hago de volada. Entonces nos echamos la mano y nunca paramos por detallitos, al contrario. Somos un gran equipo, desde la cabeza, el ingeniero Limongi, todos trabajamos a gusto… El departamento de mantenimiento, como todo el ORFIS en general, somos una gran familia que nos apoyamos en todo».
José Antonio Hernández Pensado
En el ORFIS, la primera función de José Antonio es atender los servicios de Sala, las salas de capacitación, además de cumplir con el resto de las actividades del equipo. Es uno de los miembros de mayor trayectoria. Trabaja en el ORFIS desde su inauguración.
José Antonio es uno de los empleados con mayor trayectoria.
Originario de Xalapa, es casado y padre de tres hijas, de las cuales se encuentra muy orgulloso. «Mi hija mayor tiene 28 años, vive en Los Cabos, San Lucas. Mi segunda hija se acaba de recibir de psicóloga y la otra está estudiando el cuarto semestre de nutrición. Es muy grato ser padre porque mis hijas nunca me han dado problemas, son muy buenas estudiantes. Mi esposa es muy enérgica y eso es un apoyo muy importante porque ha sabido guiar a mi familia».
Antes de entrar al ORFIS, laboró once años en el Servicio Panamericano de Protección; donde fue promovido en varias ocasiones, hasta ser operador de unidad blindada y comandante. Aunque su familia y él se mostraron reticentes, debido a los riesgos, su paso fue gratificante. «Nunca tuve algún percance en las entregas ni viales. Nada. Nos daban cursos de vialidad, de manejo defensivo, de cómo cuidarnos unos a otros».
Entre sus expectativas, desea continuar en el ORFIS y ser dueño de un negocio para tener independencia. «Es agradable, me gusta donde estoy…nos dan muchos cursos que también nos favorecen, de superación personal, de satisfacción con nuestro trabajo. Así, uno está bien, agradable, a gusto en el trabajo, en general todo. Es muy bonito cuando dices después “¡ah, me salió muy bien todo!”; entonces, el personal queda muy contento con nosotros y nos agradecen, se sienten más a gusto».
Sergio Alarcón Hernández
Sergio es uno de los elementos más nuevos en el ORFIS, el 1 de septiembre cumplió un año de trabajo. Antes laboró en una compañía dedicada a aires acondicionados y a electricidad. «Cuando iniciaron este edificio, yo trabajaba en la empresa anterior e hicimos todo lo relacionado con el aire acondicionado; lo del sistema nosotros lo instalamos con la empresa y veníamos a hacer los servicios de mantenimiento, así fue como me enteré y me pasé para acá».
Sergio reconoce que la experiencia ha sido clave para su buen desempeño.
En el área de mantenimiento su principal función es encargarse del sistema del aire acondicionado, una de sus actividades, pero no la única, al igual que sus compañeros atiende otras labores. «Todos entramos al trabajo, a lo que haya que resolver, estamos aquí para eso. Aquí me dedico a la electricidad, pero también hago trabajos de pintura, carpintería, fontanería, de todo».
Sergio es un hombre de familia, tiene esposa y tres hijos. «Mi hijo más grande tiene 20 años, estudia en la universidad la carrera de Ciencias Atmosféricas y ojalá la termine porque es muy difícil entrar y luego permanecer, es muy difícil también matemáticamente. Otro está en Cobaev, en preparatoria, y tengo uno pequeño que va en segundo de primaria. Por lo general, los fines de semana los ocupo en algún trabajito extra. Y si no me voy a visitar a mi mamá».
Estudió su carrera técnica en electromecánica. Aunque se he dedicado a las instalaciones eléctricas, después de trabajar durante 16 años en los aires acondicionados, ya se considera experto en ellos. Ahora se encuentra satisfecho con lo que ha logrado. Pero confiesa que su deseo final sería terminar una carrera, aunque confiesa: «básicamente el conocimiento lo tengo, me faltaría sólo aprobarlo con un papel».
La eficiencia del equipo es el resultado de la buena comunicación y el reconocimiento de las habilidades de cada uno.
Mullainathan, S. y Shafir, E. (2016). Escasez. ¿Por qué tener poco significa tanto?. Trad. R. Reyes-Mazzoni. México: FCE.
Las situaciones límite nos llevan, en muchos sentidos, a elegir decisiones contrarias al sentido común; nublan nuestro juicio y alteran la forma en que juzgamos los acontecimientos; aunque en ocasiones puedan ser éstas las que nos obliguen a aprovechar mejor los restringidos materiales (tiempo, dinero, etcétera). Si nos concentráramos adecuadamente, cuanto menos recursos, mejor los administraríamos. Esto buscan demostrar los autores de Escasez. ¿Por qué tener tan poco significa tanto?, el economista conductual Sendhil Mullainathan y el psicólogo cognitivo Eldar Shafir en este libro incitante, producto de múltiples investigaciones.
La escasez crea una psicología distinta tanto en los aspectos personales, como en la salud o en tiempo, así como en la economía de las empresas. El libro plantea cómo la escasez no se trata sólo de una limitante económica, si no sobre todo de una limitante psicológica que condiciona el comportamiento, ya sea para el manejo del dinero, del tiempo o de la comida. Shafir y Mullainathan sustentan toda su obra con diversos ejemplos de la vida real, así como con investigaciones en diversos campos, aplicando su tesis en todo, «desde la aglomeración de los hospitales, hasta la ignorancia financiera». Su prosa vertiginosa, sus múltiples experimentos y ejemplos cotidianos, así como un sentido del humor perspicaz, permiten leer con agilidad uno de los mejores libros de ciencia del 2013.
Dividido en tres partes «La mentalidad de la escasez», «La escasez crea escasez» y «Diseñar para la escasez», en estos capítulos los autores explican diversos conceptos de psicología cognitiva aplicados a la administración de recursos. Entre ellos, los conceptos «visión de túnel», «gravamen de ancho banda», «holgura» y la trampa de la escasez, explicaciones que nos permitirán entender el fracaso en muchos ambientes, entre ellos la racionalidad de los agentes económicos. También relatan cómo en la trampa de la escasez, tomar decisiones apresuradas de último minuto o dentro del «túnel» cognitivo de la necesidad reproducen, e incluso magnifican, la misma escasez que las originó; además de contribuir en ello, la falta de holgura, de autocontrol y de malgastar la abundancia.
Cuando parece que los autores no pueden ver más allá de sus propias realidades- cotidianas, empresariales, académicas-, nos sorprenden al hacer un análisis de la pobreza, con lo cual a través de investigaciones demuestran que ésta responde a un comportamiento distinto a los analizados con anterioridad. Como mencionan, tratan a la escasez como si fuera intercambiable, esto es como si las variables demostradas se pudieran aplicar en cualquier ámbito. Sin embargo, reconocen que «nunca es una opción ser pobre», a diferencia de un profesionista que tiene escasez de tiempo porque se ha puesto en esa situación al ocuparse de muchos proyectos, el pobre no se coloca en situación de escasez, puesto que la pobreza no es cuestión de elección.
Al final, en el último capítulo, analizan los elementos comunes y particulares de la escasez en tres ámbitos: la pobreza, la empresa y la vida diaria. Su intención es enfocarse en el dividendo del enfoque, el resultado positivo de que la escasez se apodere de la mente. Sin duda, como menciona el premio Nobel de Economía 2002, Daniel Kahneman, «juntos [Mullainathan y Shafir] logran mezclar rigor científico y un punto de vista irónico sobre los predicamentos humanos».
El economista Sendhil Mullainathan.
Sendhil Mullainathan (India, 1973) es profesor de economía en la Universidad de Harvard. Asimismo, es uno de los fundadores de Ideas42, una organización sin fines de lucro, dedicada a diseñar soluciones a problemas sociales desde la economía del comportamiento, y del MIT Poverty Action Lab. Ha publicado en las principales revistas de economía, sus investigaciones sobre economía del desarrollo, economía del comportamiento y finanzas corporativas.
Eldar Shafir.
Eldar Shafir (Israel, 1959) es profesor en el Departamento de Psicología y Asuntos Públicos de la Universidad de Princenton. Junto con Mullainathan es fundador de Ideas42. Ha recibido numerosos premios en el área de economía. Sus investigaciones se centran en el razonamiento, el juicio, la toma de decisiones y cuestiones relacionadas con la economía del pensamiento, en especial cómo la gente emite juicios y toma desiciones en situaciones de conflicto e incertidumbre.