Teodoro Cano y su amor
La rama, de Teodoro Cano.
Román Güemes Jiménez, antropólogo de la Universidad Veracruzana, mantuvo una cordial conversación con Teodoro Cano y simplemente le pidió que le contara su vida, y esto fue el resultado, una vida dedicada al arte:
Teodoro Cano nació el 29 de mayo de 1932, en El Zapote, barrio de Papantla, Veracruz. Hijo de doña María Guadalupe García, quien murió cuando él tenía 2 años; y de don Luciano Cano, pintor, grabador y maestro de dibujo. Creció al cuidado de su padre y de su tía paterna, Valeria Cano quien lo cuidó como a un hijo. De su padre recibió toda la influencia que necesitaba para dedicarse al arte. A los 13 años de edad conoció a Diego Rivera y Ernesto García Cabral, quienes visitaban Papantla, y le ofrecieron su apoyo por si se animaba a irse a la ciudad capital a estudiar.
A los 17 años se fue de Papantla. Estuvo 7 meses en la Ciudad de México y el maestro Diego Rivera le dio una carta para que la entregara a Adolfo Ruiz Cortines, gobernador de Veracruz. La carta la tuvo guardada un año, hasta que su padrino la vio y le dijo a su papá que le diera para que se fuera a Xalapa a entregar la carta. Recibió el dinero del padre y viajó a la capital veracruzana. Fue a palacio de gobierno y estaba atestado de gente. Encontró aquí a un expresidente de Coatzintla que era amigo suyo y ayudó a entregar la carta. Como a la media noche entró con una comisión de campesinos a ver a don Adolfo. Le entregó la carta y llamó a su secretario y le dio una beca para irse a México a continuar sus estudios. Se fue a inscribir a la Escuela de San Carlos, entregado al estudio y obteniendo el primer lugar en aprovechamiento durante los cinco años de su estancia.
Fue ayudante de su maestro José Chávez Morado, quien fue su asesor en sus primeras pinturas murales, Teodoro Cano recuerda haber colaborado con Chávez Morado en el mural de Ciudad Universitaria y en de la Facultad de Leyes.
En el último grado de sus estudios, y por obtener las mejores calificaciones, Miguel Alemán Valdés, siendo presidente de la república mexicana, le otorgó la medalla al mejor pasante de la carrera de Maestro de Artes Plásticas de la UNAM y la medalla Justo Sierra, al mérito por el mejor aprovechamiento.
Mural del edificio de la Secretaría de Educación de Veracruz. Fotografía de Alfredo Ayala.
La justicia, mural escultórico en la fachada de la Facultad de derecho de la UV. Fotografía de Alfredo Ayala.
Con un grupo de compañeros de estudios realizó algunos murales en San Juan de Letrán y ganaba algún dinero. Cuando vio que esa situación era insostenible, dejó el grupo y regresó a Veracruz recordando la ayuda que el señor gobernador le había dado. Conoció algunas personas de Poza Rica y lo invitaron a irse para allá y le ofrecieron que realizara un cartel para un gimnasio que iban a inaugurar. En la ciudad petrolera inició una nueva vida y a los dos años de su llegada se casó con quien hasta la actualidad es su esposa. A partir de entonces, empezó a abrirse paso entre la gente.
Trabajó en PEMEX, y saliendo de ahí se iba a su oficina y hacía trabajos comerciales. Tuvo una participación semanal en el periódico La Opinión, una plana completa consistente en una caricatura, y anuncios. Posteriormente, escribía en un periódico y pintaba.
Da inicio a su obra en 1953 en la que, a la fecha, destacan múltiples murales. En 1954, a solicitud de Simón Villegas, realiza su primer mural en el teatro estudio de la X.E.P.R. sobre la historia del petróleo, obra ya inexistente.
Jaime J. Merino, Superintendente General de Pemex en Poza Rica en 1954, siendo presidente del Club de Leones, contrató a Teodoro Cano para realizar el mural del salón de festejos de ese club. Aún permanece esta obra para ser admirada por el público. En 1964, pintó el mural del Palacio Municipal de Papantla, obra que puede observarse también desde el exterior del edificio.
Frontispicio del Centro de Especialidades Médicas. Fotografía de Alfredo Ayala.
También son famosos sus trabajos realizados con la técnica del alto relieve a base de concreto armado, varilla y alambrón, ejemplo de estos murales escultóricos los tenemos con: Historia de la educación Federal, en la Secretaria de Educación de Veracruz; La justicia, en la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana; el mural del frontispicio del Centro de Especialidades Médicas; en la Explanada de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen; en el edificio de la Liga de Comunidades Agrarias; en el Tribunal Superior de Justicia; Quetzalcóatl en el interior de la Biblioteca de la Ciudad, todos ellos en Xalapa, Veracruz.
Frente del edificio del Tribunal Superior de Justicia, con mural escultórico de Teodoro Cano. Fotografía de Alfredo Ayala.
Por invitación del maestro Carlos Juan Islas Ricaño, en ese entonces Director de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana, y paisano suyo, dirige el Taller de Artes Plásticas de la UV en Xalapa. En esta época es cuando promueve el muralismo en el estado de Veracruz, realizando obra en distintos municipios de la entidad (Xico, Teocelo, Tuxpan, Coatzintla, Xalapa, Coatepec, Cardel, Úrsulo Galván, Córdoba, Tlacotalpan y San Andrés Tuxtla) y en Colima, Guadalajara, Chetumal, Coahuila y Ciudad Victoria).
Al separarse del Taller de Artes Plásticas, el arqueólogo chicontepecano Alfonso Medellín Zenil le aconseja que retornara al solar nativo para dejar allí el germen de su talento. Ya en Papantla, en 1976, continuó su obra pintando el mural de la Casa del Campesino en 1976. En 1977, realiza dos murales: el de la casa de Don Emilio Carreen Bandala y en el plafón del kiosco del jardín central. En 1978, realiza el del Auditorio de la Unión Progresista de Obreros Petroleros Papantecos. En 1979 entrega a Papantla el asombroso mural en alto relieve Homenaje a la cultura totonaca, plasmado en el muro de contención del atrio de la iglesia, otro de sus trabajos más relevantes es el mural Nuestros orígenes o La Expropiación Petrolera de Poza Rica, realizado en 2005 en alto relieve en la fachada del edificio sindical de la Sección 30 en Poza Rica, Veracruz que nos muestra el contexto natural, social, histórico y político del trabajador petrolero.
En relación a las técnicas, el Mtro. Cano explica: “Yo soy pintor básicamente. De estos murales yo tuve una idea porque en Poza Rica yo manejé este material en pequeño, cuando tuve la oportunidad de realizar el primer mural, que fue en Papantla, yo no sabía cómo proceder, pues ya ve que el solazo que hace allá, y me dije, si pinto aquí se va a despintar. Entonces, pensé en una técnica que soportara más los cambios climáticos y pensé y si introduzco esto, pensé en el relieve, y dije voy a ver y empecé a probar en la casa en un muro, y me resultó y ya por eso empecé con esa técnica que es más o menos una técnica constructiva muy resistente; pero manejada muy fácilmente. Entonces, empezamos a hacer el armazón de todo el mural; empezamos a poner tela ciclón y, sobre ella ya la mezcla. Yo seguí la técnica que obedece las reglas de la construcción. Es un arte plástico con cemento y arena. Yo así le llamé, y así seguí.”
Otra de las obras de Cano es el Cristo Redentor de Tihuatlán, inaugurado el 3 de noviembre del 2007, considerado el más alto del país. Tiene un peso de 750 toneladas y una altura de 31.50 metros. El maestro Cano, creador de un estilo propio que ha retratado las características identitarias del Totonacapan, fue fundador de la Escuela de Artesanías de la ciudad de Papantla, hoy convertida en Taller de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana y de la entrañable Casa de la Cultura de Papantla.
En honor a su legado, el Museo Teodoro Cano en Papantla fue inaugurado el 14 de diciembre del 2007, con la ayuda de Pemex y del Gobierno del Estado de Veracruz.
Mural interior del Tribunal Superior de Justicia. Fotografía de Alfredo Ayala.
Algunos mensajes de Teodoro Cano:
“Toda mi obra tiene algo de Papantla, de mi región. Yo nací en eso; mi casa estaba llena de esa cultura, por el oficio de mi papá. Yo crecí en medio de esa familia que era la totonaca y me identifiqué fácilmente con ella. La aprendí a querer, su vestimenta, su vestimenta la olía yo… ¿Cómo no iba a pintar yo algo tan bello como es el traje totonaca; tan bello, tan albo y tan ágil; con el aire se mecía todo? Esa es la herencia que mi pueblo me dejó. Yo vivía en las orillas de Papantla y desde niño me gustaba ver las plantas, el agua la tierra las flores, las personas, los burros; todo yo que yo veía se me quedó grabado en la memoria. A los 16 años me fui a México. Luego viví en Poza Rica viví y la sentí casi como mi segundo lugar de nacimiento. Ahí, casi inició mi vida artística; de ahí me vine a Xalapa y me encontré a Simón Villegas y ellos me encargaron el primer trabajo en Poza Rica. Lo hice, les gustó. Me llevaron a Poza Rica y luego me hicieron trabajador de planta en petróleos ¡Cómo no voy a sentir yo a Poza Rica! ¡Cómo no voy a sentir a Papantla! Una me dio la vida; y la otra me provocó, me inspiró para seguir adelante en lo que yo tanto había querido: ser pintor.”
Actualmente, el maestro Cano, a sus 85 años, vive en la Ciudad de Xalapa, Veracruz, junto con su familia.