Es un Dios guardián en la mitología nórdica, es hijo de Odín, Dios del cielo; poseía una vista aguda, un fino oído y podía estar sin dormir varios días. Su percepción era tan extraordinaria que oía crecer la hierba, razón por la cual se le designó guardián de Asgard (la morada de los dioses), y del puente de arcoíris ardiente que la une con Mitgard (tierra de los hombres).
Es por ello, que se eligió a Heimdall para nuestra representación, ya que posee los atributos de cada uno de nosotros los auditores del ORFIS, que con nuestro trabajo, nos convertimos en guardianes de la sociedad, resguardando este puente conformado por la Rendición de Cuentas y la Transparencia; provisto con una armadura forjada con integridad, que constituye el valor central de nuestro código de ética, ya que exige que los auditores se ajusten tanto a la forma como al espíritu de las normas de auditoría y de ética, haciéndola impenetrable ante la corrupción; también cuenta con una espada fabricada con objetividad e independencia, arma que nos permite ejercer la tarea fiscalizadora sin prejuicios, evitando la subordinación de los razonamientos a intereses personales o de terceros; así como la plena autoridad de criterio sin sujeción de presiones o influencias externas.
Por último, el Edificio del ORFIS, lugar en donde fortalecemos nuestros valores, y en el que día a día buscamos generar confianza y la certidumbre que merece la ciudadanía. La escala, representa que nuestra responsabilidad sobrepasa las dimensiones del Edificio, es decir llevamos fuera del ORFIS los valores y principios que nos conforman, para seguir siendo Servidores Públicos intachables que prediquen con el ejemplo.
